jueves, 5 de febrero de 2009

HABLANDO DE SUMERHILL

Neill nunca fue reconocido por lo que era, es decir, como el último sobreviviente del movimiento de la “Educación Nueva” que floreció a principios del siglo. Y sobre estos “añosalocados” de la educación, el tiempo ya había hecho su obra conservando sólo a las grandesfiguras y olvidando así lo que fue el extraordinario auge de este período lleno de“descubrimientos de idealistas” (Medici, 1962, pág. 8).

Ya en esos años Neill era considerado, según Adolphe Ferrière,“el niño terrible de la pedagogía extremista en Inglaterra” (Ferrière, 1922, pág. 384). Lector de las obras de Freud, hábil en el uso de sus conceptos para burlarse de sus colegas, feroz adversario de María Montessori, que ya entonces era una eminente teórica de la educación y a quien él reprochaba su cientificismo y su moralismo, Neill sembró la controversia y provocó“mucha indignación” (Hemmings, 1972, pág. 57) hasta su exclusión de la revista. Para muchos tampoco es sabido que participó en el Congreso de Calais junto con Decroly, Ferrière y todos los grandes pioneros, Destacándose como autor de obras de combate.

Summerhill

“La escuela es víctima de los estragos que causan los niños” –concede Neill–, “el deterioro de los objetos... sigue un proceso natural... y si un niño necesita un pedazo de metal, tomará uno de mis costosos utensilios si es del tamaño que le hace falta” (1970, pág. 13, 34,130)*. Los periodistas bautizan a Summerhill la escuela “donde cada cual hace lo que se le antoja” (Hemmings, 1981, pág. 210). Muchos son los visitantes que han descubierto allí, enefecto, “un universo kafkiano con casas estropeadas y sucias, a veces con muestras de vandalismo” (Vallotton, 1976, pág. 9). Aun así, la escuela, con sus edificios de madera, su gran parque y sus árboles, resulta, sobre todo en el verano, un lugar sumamente agradable, una verdadera escuela en el campo como podría haberla soñado Ferrière a principios de siglo.

Pero en esta escuela los cursos son facultativos. De hecho, los niños, si lo desean pueden jugar todo el día o realizar actividades manuales en el taller. la noche se dedica a la danza, el teatro, a las fiestas. Si no temiera la clausura de la escuela por las autoridades, de seguro Neill no pondría ninguna traba a la sexualidad.

Los viernes por la noche se celebra la asamblea general Durante esta reunión, presidida por un alumno elegido, los niños exponen sus problemas, los discuten y elaboran sus leyes, y en esta asamblea la voz de Neill, como la de los demás adultos, no tiene más peso que la de cualquier alumno. Este es, según Neill, el secreto del exito de una técnica pedagógica aprendida en contacto con Homer Lane.

La originalidad, la provocación y el éxito de las obras del fundador no siempre protegieron a la escuela contra el riesgo de la clausura. Después de la Segunda Guerra Mundial, el número de alumnos disminuyó peligrosamente y para salvar la escuela fue necesario fundar la Summerhill Society. En realidad, el gobierno nunca aceptó de buen grado la institución. Cuando revocó su decisión de cerrar la escuela, algunos, como observa Hemmings, Consideraron que “ello no era un señal de reconocimiento, sino de atención a una reliquia” (Hemmings, 1972, pág. 241). Sin embargo, algunos años después esa misma reliquia resultó demasiado pequeña para acoger a todos los alumnos y visitantes.

La pulsión libertaria

Neill no fue un científico, ni un investigador, fue quizás un filósofo, y sobre todo un soñador y un idealista. No fue el hombre de una escuela pedagógica o psicológica en particular, no desarrolló jamás un enfoque metódico y reflexivo. Toda su obra no es más que la extensión de su propia personalidad. Pese a que escribía mucho, sus textos a menudo sólo eran impulsos generosos, afirmaciones vehementes, anécdotas, reacciones indignadas, aunque también argumentaciones simplistas. Jamás se preocupó por articular sus ideas entre sí ni por evaluarlas a la luz de la realidad. “Neill, señala Bates-Ames, elaboraba una teoría sobre la forma en que piensa el niño y sobre sus supuestas necesidades y luego, cuando su teoría sucumbía bajo el peso de las pruebas, continuaba tratando a los niños como él imaginaba que eran” (Bates-Ames, 1972, pág. 62). En verdad, Neill, a diferencia de su contemporáneos, no plantea en principio los problemas de la educación en función de las necesidades, sino del derecho. Aun cuando toma de Reich el término “autorregulación”, lo hace para referirse al“derecho que tiene un lactante de vivir libremente, sin obstáculos exteriores, en cuanto a las actividades psíquicas y somáticas” (1953, pág. 42). Se comprende entonces que las teorías de la época fueron a menudo deformadas y sólo sirvieron básicamente de preparación para sus propias ideas; esto explica también por qué en el ocaso de su vida aún se maravillase de haber escrito durante años sin haber podido declarar ni sus ideas ni sus acciones.

“Cada cual es libre de hacer lo que desee mientras no usurpe la libertad de los demás”: ésta es la filosofía de la libertad que prevalece en Summerhill. Su interpretación en términos pedagógicos es sencilla: “en materia de salud psíquica no debemos imponer nada y en materia de aprendizaje, no debemos pedir nada” (1945, pág. 103).

De hecho, para el proyecto pedagógico de Neill, ya en 1914 las cartas estaban echadas,incluso antes de que leyera una sola línea de un tratado de educación: “mis muchachos,señalaba en esa época, han hecho lo que han querido y no dudo de que hayan expresado lo mejor de ellos mismos” (1975, pág. 152).

Neill logra a duras penas salir de su infancia, infancia que transcurrió “a la sombra de Calvino”. Recordará durante mucho tiempo su felicidad contrariada por la amenaza constantede la ira divina, el temor del pecado, el temor de morir sin haber podido salvar su alma. Pero este miedo surgía más de la vida familiar que de la Iglesia: “la religión no se enseñaba, se respiraba en el aire... era una atmósfera de negación de la vida” (1980, pág. 64) y en esa familia numerosa, entre un padre que apenas los estimaba y una madre distante, el joven Alexander no parece haber recibido el amor que reclamaba, ese amor que supo prodigar a sus propios alumnos.

Esa infancia forja en él un individualista a ultranza, “el tipo de muchacho que pinta su bicicleta de azul cuando la de todos los demás es negra”

De sus alumnos quiso hacer seres que no sedejaran guiar como un rebaño, seres autónomos, capaces de formarse su propia opinión,capaces de afirmarse. Su necesidad de independencia no estuvo exenta de cierto gusto por el exceso y la provocación, como este reto que lanza a los hombres: “el individualismo salvará al mundo ... tu país te necesita”, dice a cada uno de sus alumnos desde. La libertad propuesta a sus alumnos está destinada nada menos que a hacer de elloshombres al servicio del prójimo: “queremos formar a hombres y mujeres que se unan a la multitud y la ayuden a alcanzar mejores ideales” (1920, pág. 70). Este es el papel que debedesempeñar la educación: “ayudar al niño a vivir su vida cósmica, a vivir para los demás, puesto dos los hombres son egocéntricos y egoístas” (1920, pág. 128)

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